Al principio no aparecieron.
Llegaron pasados unos días,una mañana,al despertar.
Al abrir los ojos.Tímidamente, pero ahí estaban.
Luego aparecieron en el metro,en el primer vagón al que sube desde hace una semana.
A la ida y a la vuelta.
Intentaba ocultarlas,centrándose en lectura de ese libro de autora francesa.
Mientras se preguntaba si alguien estaba reparando en ella.
Luego, las muy traidoras, aparecieron sin avisar.
Sin llamar a su puerta se presentaron en el parque por el que pasa al volver a su casa.
Pero igual que llegaron se han ido...y no se han despedido de ella.
Ya no la acompañan en su despertar,ni en su metro,ni en el baño de la oficina,ni en el parque.
Tan sólo aparecen bajo la ducha.
Bajo todas esas gotas que caen sobre su cara no significan nada.
Cuán efímeras son...