lunes, 24 de mayo de 2010

Ni siquiera se echa de menos a sí misma



A veces voy de valiente, y se me olvida que leer un correo tuyo aún me emociona.
Me decías hace unos meses que esperas no pertecener a la nostalgia,sino al pasado que me hizo crecer como persona.
Y esta persona que tú dices tan solo puede echarte de menos,sobre todo en momentos como éste,sentada en mi balcón, y como banda sonora del momento una canción de Amèlie.
Esta persona a veces hace como que ya no le importas,como que ya todo le da igual.
Ha pensado incluso estrechar ya otros brazos,mirarse en otros ojos (en este caso verdes)
Y entonces se pone el mundo por montera y los tacones de bailar.

Pero echa de menos tantas cosas tuyas...que ni siquiera se echa de menos a sí misma.

lunes, 17 de mayo de 2010

...no podemos hacer nada

...porque cada vez que veo una estación me acuerdo de tí.

...porque viendo esta escena no he podido evitar llorar, pensando en ese 2 de enero en la estación de Delicias, en como arrancó mi tren y yo corrí a la última ventana para decirte adiós mientras nos mirábamos a través del cristal.

Quizás te vuelva a ver dentro de 25 años, como los protagonistas de esta gran película.

O quizás nunca te vuelva a ver, y aquella despedida, sin saber que era la última se convierta en ella para siempre.

viernes, 7 de mayo de 2010

La tormenta de arena

A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar.
Tú cambias de rumbo intentando evitarla.
Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti.
Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes.
Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer.
Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo.
Esta tormenta, en definitiva, eres tú.
Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso.
Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo.
Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo.
 Imagínate una tormenta como ésta.

Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara.
Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella.
Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.

Kafka en la Orilla, Haruki Murakami