martes, 10 de junio de 2025

 

Sus ojos eran de un azul tan intenso que aquel finde no pude dejar de mirarme en ellos y repetir:

¿Es que son súper azules, eh?

El finde del 18 de mayo de 2024 fue el más feliz de ese año.

A veces miro un selfie que nos hicimos y siento la felicidad aún. 

Sonrientes, felices, juntos.

Nuestros cuerpos se acababan de enmarañar de una manera maravillosa e increíble.

Pasamos la tarde y la noche en aquel pseudo festival de un pueblito pequeño del interior de Alicante.

Y no podíamos dejar de besarnos.

Besos con sabor a cerveza. Con nuestra música favorita de banda sonora.

Al final la felicidad son esos pequeños momentos.

Yo pensaba que por fin ya se había estrenado la gran obra tras tantos ensayos generales.

 Los siguientes días pasaron con emoción y risas recordando el finde.

Pero nunca hubo otro finde más.

 Poco a poco dejó de estar presente y pasó a ser un desconocido.

Yo lo respeté porque sabía que en el fondo nos habíamos encontrado en el tiempo incorrecto.

Que quizás todo le venía grande.

Como diría ese grupo que nos gusta tanto: Nos conocimos en el Tempo 2.

Intenté olvidarle. 

Lo juro que lo intenté. 

Conociendo a otros chicos, dejando incluso a algunos entrar en mi vida. 

Pero ninguno era como él. 

 Pasaron los meses.

 Una riada. Unos reproches. Una despedida.

 Dejar de ver nuestras vidas en instagram. 

Como meros espectadores, sin ser protagonistas de nada.

Pero de nuevo es primavera. Y aparece. Ahí está su perfil de nuevo en la misma aplicación.

El corazón me hizo boom boom.

Lancé mi dedo a la derecha, con cierto temor. 

Y un gran corazón apareció en la pantalla de mi móvil anunciando lo que yo ya sabía. 

Es un match.

Esta vez he estado más fuerte, menos entregada.Más cauta. 

Hemos venido a jugar, pensé. Puede ser divertido.

Pero seguimos en el Tempo 2 .

 Otra vez siento que es él. Pero en el tiempo incorrecto.